En 1994, a la muerte de mi padre, heredé 5.000 hectáreas de tierras vírgenes en una de las últimas fronteras del mundo a conquistar: el Chaco Paraguayo.
Recientemente se ha transformado en un sitio de importancia estratégica, en un foco explosivo donde confluyen los intereses económicos, sociales, ecológicos y geopolíticos de Sudamérica. El Chaco de Paraguay es a la vez una de las últimas tierras vírgenes donde cabría la esperanza de escribir otra historia y ese lugar en que se percibe el riesgo de volver a librar una nueva “conquista del oeste”, pero esta vez a la velocidad vertiginosa y con tecnologías y formas del siglo XXI.
Es un verdadero Western con sus personajes y escenografías, a la vez desierto y selva, un territorio desconocido y peligroso para colonizar, poblado por personajes "fuera de la ley".
Una última frontera a explorar, naturaleza salvaje a dominar, con riquezas a explotar, pueblos originarios a exterminar; donde las relaciones sociales imperantes son de una extrema brutalidad. Un lugar, en suma, donde la vida está en juego a cada instante.
Soy el extranjero que llega, descubriendo todo ese entramado. El forastero para despojar o embaucar, pero que termina tomando una decisión inesperada: devolver “mi tierra” a la Tierra, o sea a su pueblo originario, los Guaraní…
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