Un condenado a muerte, en el umbral de la inyección mortífera, saca provecho de un detalle anodino del proceso de ejecución: tiene derecho a una última declaración. Buceando, a su pesar, por esta falla del sistema, sus últimas palabras se convertirán en un monstruo político y mediático.
Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí:
Política de cookies.