Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams) son padres de una maravillosa hija, pero su relación ha pasado por mejores momentos desde que tienen que compaginar las demandas y expectativas del trabajo y la vida familiar. Ante un futuro incierto de la relación, deciden una escapada romántica a un hotel, donde rememoran todos los momentos románticos de un pasado lleno de buenos recuerdos, e intentan recuperar su pasión y amor para así salvar su matrimonio.
Es como si alguien te pusiera frente a dos personas que discuten y no pudieras salir de allí... Una película sobre la vida ordinaria de dos personas comunes que estaban locamente enamoradas, pero cuanto más loco era su amor, más rápido se desvanecía. Los guionistas querían hacer que la trama fuera especial entrelazando el pasado y el presente, pero la forma en que lo hicieron hizo que la película fuera todo menos confusa y, me atrevo a decirlo, predecible. Lo único que hace que valga la pena prestar atención a esta película son las actuaciones de Michelle Williams y Ryan Gosling, quien se transformó maravillosamente de un joven simpático en un adicto a la televisión repulsivo.
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