Varios artistas, tres países, un solo idioma: el árabe; un único estilo: el hip hop. Desde Casablanca a Alepo se alzan las voces de estos jóvenes. Su oro negro son sus palabras, que destilan como un carburante para el vehículo que han elegido: el rap, una maquinaria bien engrasada de mesas de mezcla y sonidos variados. Jóvenes que se atreven a tomar la palabra incluso cuando se les niega.
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