Verano de 1985. Los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino se ven obligados a exiliarse temporalmente en la isla de Asinara junto con sus respectivas familias debido a una amenaza más grave de lo habitual. Los jueces se encuentran en mitad del macroproceso judicial que, como se vería más adelante, llevaría a prisión a muchos de los protagonistas del crimen organizado italiano, quienes se habían beneficiado hasta entonces de la vista gorda hecha por la clase política.
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