Una pequeña ciudad en una región desértica, no lejos de la frontera entre Mongolia y China. Extraños son los habitantes que viven todavía allí, entre los que hay un granjero, un soldado o una mujer que huyó de Corea del Norte. La mayor parte de ellos han dejado la ciudad tras haber luchado en vano, durante años, contra el desierto que gana cada vez más terreno. Los pocos autóctonos que subsisten, lo hacen plantando arbustos en una tierra cada vez más árida, bajo la dirección de su jefe, Hangai.
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