Pierre Collier ha muerto, asesinado en casa del senador Henri Pages, donde fue a pasar el fin de semana. Su mujer, Claire, es declarada culpable: ha sido arrestada al lado de la víctima con un revólver en la mano. Sin duda tenía razones para querer vengarse de un marido mujeriego. No obstante, las apariencias pueden engañar. El arma no es la del crimen, por lo que todos los invitados se convierten en sospechosos potenciales: Esther, la amante de Pierre; Léa, su amor de juventud humillado; Philippe, su rival; y, ¿por qué no?, el senador mismo, aficionado a las armas de fuego. Una intriga difícil de resolver para el teniente Grange, sobre todo cuando un segundo asesinato complique aún más las cosas…
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