Sonia llega a Trinidad con sus dos hijos para reunirse con su marido, que está trabajando como ingeniero petrolífero. Ella es una de esas mujeres sin hogar fijo que siguen a sus maridos allí donde los lleve su trabajo y viven vidas de lujo disfrutando de grandes casas y sirvientes. Los días pasan agradablemente en medio de relaciones superficiales, en fiestas o al borde la piscina: es el clima perfecto para el autoengaño.
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