Las películas de Eugène Green se pasean entre dos espacios. Por un lado, el espacio reducido, íntimo, burgués, mundo de las pequeñas acciones, de los primeros y medios planos, de los recurrentes planos detalles que Green gusta hacer sobre pies, manos, objetos. Por otra parte, una zona de dimensiones más amplias, de fondos abiertos, naturaleza, calle, bar, aventura. Entre medio, hay puertas, y Green también disfruta mucho filmándolas. Este tránsito le permite al director volver sobre una salida, otra vez en Los signos: la rebeldía adolescente saliendo de la protección hogareña.
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