Marieta quiere dejar de llamarse Adolfo. Llamarse como su padre y tener como él veinte centímetros, le produce repelús. Marieta desea ser una mujer respetable y con todas las de la ley. Sufre de narcolepsia y se queda dormida en el momento menos oportuno. Pero en sus ataques de sueño, que dan origen a los números musicales, Marieta canta maravillosamente y habla idiomas.
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