En 1996, John, de 16 años, montaba orgulloso a pelo en su caballo. Imágenes de la época le muestran galopando entre los sombríos bloques de apartamentos de Ballymun, el barrio de clase trabajadora de Dublín donde creció este niño inquieto, consiguió su primer caballo... y fue expulsado de la escuela. Para John y muchos de sus vecinos, montar a caballo era un bienvenido escape de la dura realidad de Ballymun, no un pasatiempo caro. Ahora, 20 años después, John tiene un hijo adolescente, Daragh, que ha heredado la pasión por los caballos de su padre. Ahora las cosas se están poniendo más difíciles para los amantes de los caballos en Ballymun, dice, pero no pueden imaginar una vida sin ellos.
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