Durante 27 años, Suleiman el-Abid, ha estado en prisión por violar y asesinar a la niña Hanit Kikus. Fue juzgado únicamente sobre la base de una confesión, sin más pruebas que lo vinculen con el hecho. Desde entonces ha estado reclamando su inocencia. ¿Al-Abid, el beduino negro, tuvo igualdad de oportunidades ante la ley, o los poderosos y racistas sistemas de justicia lo marcaron como un violador para encubrir sus propios fracasos?
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