En lo profundo de la montaña Dovre, algo gigantesco se despierta después de mil años de cautiverio. La criatura destruye todo a su paso y se acerca rápidamente a Oslo.
El director Roar Uthaug no tuvo miedo de mostrar a sus personajes como personas serias con emociones y sentimientos reales. Lo que aprecio es que no abarató la película con bromas tontas, que es lo que vemos en las películas de Marvel en estos días. Troll tampoco confía en la superioridad militar tóxica como arma para destruir al monstruo, sino que confía en ideas fantásticas que son raras para una película de este género. Y sí, algunas escenas eran tontas y contienen muchos clichés, pero no fue tan molesto. Agradable y divertida.
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