Estamos en noviembre de 1932. Godsford Park es la magnífica mansión campestre en la que Sir William McCordle y su esposa, Lady Sylvia, reúnen a familiares y amigos para una partida de caza. Los invitados son muy dispares, entre los que se cuentan una condesa, un héroe de la Primera Guerra Mundial, el ídolo de masas Ivor Novello, y un productor de cine norteamericano que realiza las películas de Charlie Chan. Mientras los invitados se congregan en las doradas estancias de arriba, sus sirvientes y ayudas de cámara personales se incorporan a las filas de la servidumbre de la gran casa, a lo largo de las incontables cocinas y pasillos de abajo. Sin embargo, no todo es lo que aparenta ser; ni entre los enjoyados huéspedes que almuerzan y cenan a sus anchas, ni en las habitaciones del ático y lugares de trabajo donde los criados procuran por el bienestar de sus amos. En parte comedia de costumbres, en parte film con misterio, la cinta resulta en definitiva una emocionante exposición de hechos que tienden un puente entre generaciones, clases sociales, sexos, y trágicas historias personales, para culminar en un asesinato.
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