Año 1939. Lady Sarah Ashley (Nicole Kidman), una aristócrata inglesa frívola y superficial. Un matrimonio sin amor y sin hijos la ha privado de todo lo que que no sea su cuadra de caballos. Convencida de que su marido le es infiel, Sarah viaja desde Londres hasta Darwin (Australia) para enfrentarse con él. Su guía, Drover (Hugh Jackman), es un ganadero tan tosco como refinada es Sarah. La profunda antipatía que se profesan se suaviza cuando Sarah se hace cargo de un joven mestizo, huérfano (Brandon Walters) y marginado.
Australia es una película completamente diferente de lo que esperaba. Hacía mucho tiempo que no tenía la sensación de estar viendo una auténtica superproducción como ésta. La escena con las vacas, el ataque aéreo o incluso toda la presentación en medio de la bruma de arena es una delicia visual. Magníficas tomas de una cámara perfecta que juega de maravilla con los filtros y la profundidad de campo, excelente música, hermosos paisajes, romance servido en bandeja de oro y acción en abundancia. Ver a un Hugh Jackman hace que el corazón de muchas mujeres dé un vuelco cuando salta sobre un caballo, tal vez incluso más, Nicole Kidman es tradicionalmente genial, pero el conjunto de actores está claramente dominado por el pequeño nativo Brandon Walters, quien realizó una actuación increíble. Pero también hay cosas que no me gustaron de Australia: por un lado, probablemente podría soportar un metraje un poco más corto, lo que resolvería el segundo problema, es decir, unas tres o cuatro finales importantes, cuando no sabes si se supone que ha terminado o lo que realmente está pasando y, además, el guión mezcla demasiados problemas a la vez (sequía, villano que quiere una granja, racismo, misión, guerra, amor) y los entiendo perfectamente. Sin embargo, estos errores no me impiden darle a Australia una excelente calificación.
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