En los años 80, Walter Ferroni es el director deportivo de un equipo de fútbol que sobrevive a duras penas en Primera División y no sólo por razones financieras. Tras muchos años de de dificultades, Ferroni se las arregla para vender el equipo al acaudalado industrial Di Carlo, con la esperanza de que éste salve al club. El nuevo presidente, sin embargo, lo destituye de su cargo porque quiere gestionarlo personalmente mediante el nombramiento de un nuevo director.
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