Miniserie de TV. 3 episodios. Antes de entrar en la cárcel, Mark Cobden (Sean Bean) era un ciudadano respetable, padre de familia y profesor. Su vida cambia radicalmente cuando atropella y a un hombre y es condenado a cuatro años de prisión. Atormentado por la culpa, Mark se ve inmerso de repente en un mundo desconocido y hostil, convirtiéndose en blanco fácil para los reos más violentos y peligrosos. Allí es puesto bajo la tutela de Eric McNelly, un veterano funcionario de la prisión a cargo de la protección y manejo de varios grupos de presos. Aunque tiene mano firme y autoridad, McNelly cumple con su trabajo honradamente y busca ayudar a los presos en lo que necesiten a diario.
Las dos primeras partes interpretan ingeniosamente un drama carcelario que recuerda al magistral Oz, mientras que es difícil creer que se supone que todo terminará con la tercera parte. Sin embargo, durante el último tercio, el espectador comprenderá que la serie solo pretende esbozar una especie de viaje del personaje principal hacia la redención y el perdón. Por lo tanto, el objetivo no es retratar el sistema penitenciario de manera integral, la dimensión humana juega un papel principal, específicamente el personaje principal y su experiencia. La injusticia y la impotencia detrás de las rejas es un tema gratificante, pero no está de más volver a trabajarlo cuando se hace tan bien como aquí.
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