Hacer teatro es un acto de fe. Para que se abra el telón y se vea una obra, tienen que confluir muchas voluntades, muchos objetivos comunes en los que hay que creer. La película narra el proceso de creación de una pieza teatral, Calígula. Sin embargo, la armonía del equipo está en entredicho. La obra, escrita por un existencialista francés, está dirigida por una neurótica con depresión. La diva se ha ofendido con ella, al actor de mayor edad se le olvida el guión, la asistente de dirección experimenta con sustancias nocivas para olvidar su fracaso como actriz y, para rematar, un grupo de emos intenta golpear a los técnicos.
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