Documental sobre los baldíos y bodegas que se transformaban de improviso en espacios donde la banda podía oír a los heroicos grupos que se atrevían a desafiar a las autoridades y a las buenas conciencias de la época. Estos sitios, conocidos como hoyos fonqui, eran tan precarios que casi siempre carecían de iluminación, equipo adecuado, seguridad y hasta taquilla: a veces los músicos se encontraban con que los boletos se vendían en un auto estacionado afuera del local, mismo que desaparecía misteriosamente antes de que ellos pudieran reclamar su parte.
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