Rodada en catorce días, con pocos recursos económicos y mucha creatividad, la última película de Wang Xiaoshuai, director principal de la llamada "sexta generación" de cineastas chinos, está ambientada íntegramente en un hotel de Tailandia, donde Wang casualmente se encontraba de vacaciones, a fines de enero del 2020. Sin poder moverse y sin poder regresar a China debido al bloqueo y la interrupción de los vuelos, el director decide, junto con un grupo de amigos, cineastas, guionistas y artistas obligados, como él, a un exilio temporal - para hacer una película. Una meditación sobre los efectos devastadores de la pandemia, la película captura con precisión quirúrgica la sensación de atrapamiento, la confusión, la apatía, la creciente frustración y la inestabilidad sentimental que todos experimentamos en los días de confinamiento.
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